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Página:Obras de Bécquer - Vol. 3.djvu/17

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La Pereza.

lado y nos envuelve en la suave atmósfera de languidez que la rodea, y se sienta con nosotros y nos habla ese idioma divino de la trasmisión de las ideas por el fluido, en el que no se necesitan aun tomarse el trabajo de remover los labios para articular palabras. Yo la he visto muchas veces flotar sobre mí, y arrancarme al mundo de la actividad, en que tan mal me encuentro. Mas su paso por la tierra es siempre ligerísimo; nos trae el perfume de la bienaventuranza, para hacernos sentir mejor su ausencia. ¡Qué casta, qué misteriosa, qué llena de dulce pudor es siempre la pereza del hombre!

Ved la actividad, corriendo por el mundo, como una bacante desmelenada, dando una forma material y grosera á sus ideas y sus ensueños; ved e mercado público cotizándolos, vendiéndolos á precio de oro. Santas ilusiones, sensaciones purísimas, fantasías locas, ideas extrañas, todos los misterios hijos del espíritu, son, apenas nacen, cogidos por la materia, su estúpido consocio, y expuestas desnudas, temblorosas y avergonzadas á los ojos de la multitud ignorante.

Yo quisiera pensar para mí, y gozar con mis alegrías, y llorar con mis dolores, adormido en los brazos de la pereza, y no tener necesidad de divertir á nadie con la relación de mis pensamientos y mis sensaciones más secretas y escondidas.