las más besan el que tienen sobre el regazo, y le muestran aquella imagen simpática trazada sobre el papel.
— Esas dulces sensaciones responderán mejor al artista, proponiéndose despertarlas, merced á un asunto que no guarde tan escondido el pensamiento.
Casado se defendía huyendo como los parthos; pero se defendía.
Yo me aventuré á cambiar rápidamente el plan de operaciones, aventurando el último ataque.
— Convenimos en que usted me dará con gusto un dibujo cualquiera para La Ilustración de Madrid; pues bien, yo deseo que sea éste... ya no hay cuestión de poesía y sentimiento... se acabaron las divagaciones filosóficas y los discursos elevados; si es modestia la de usted, ya no tiene excusa... En nuestro periódico ocupan lugar las modas... esta niña es distinguida y guapa; su traje es al par elegante y sencillo. Deme usted la copia á título de figurín.
Casado rompió á reir y me dijo:
— Vaya por figurín... que me envien la madera, y esta semana tendrá usted el dibujo.
El artista ha cumplido su palabra, y en las columnas de La Ilustración de Madrid habrán visto ya nuestros habituales lectores el dibujo que hemos bautizado con el título de Las dos olas.