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Un drama.
Bautista. | A las once. |
Rafael. | (Rompe precipitadamente la nema y lee)
«Rafael: Tu madre, que todos creen muerta, vive aún; pero vive aherrojada en el fondo de un calabozo... El precio de su vida y su libertad es, no mi amor, porque ese ha sido y será siempre tuyo, sino mi mano. Cuando recibas esta carta ya perteneceré á otro hombre. Todo lo tengo preparado para huir de él una vez cumplida mi palabra. No te he dicho nada antes, porque no quiero que ni tú ni yo vacilemos un momento en sacrificar nuestra felicidad por la vida de la que padece por nuestra culpa. Adiós... Te juré esperarte... Ya que no pueda ser en la tierra, te esperaré en el cielo. Adiós, adiós. — Julia». |