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MORALISTAS GRIEGOS.

tí, y después lo llevaban con repugnancia, lo extrañaban y se quejaban amargamente; y al cabo, adónde se hallan ahora esos tales? En ninguna parte ya.

¿Pues por qué deseas imitarles? ¿No sería mejor dejar esos extraños sentimientos á quienes los conmueve y se inmuta con ellos, dedicándose en un todo á pensar cómo podrás aprovecharte[1] de los acontecimientos humanos? Porque si hicieres buen uso de éstos, también te servirán de materia en que ejercites la virtud: mira sólo por tí, y en cuanto hicieres intenta dar á conocer tu bondad, acordándote que en cualesquiera de los sucesos también hay diversidad de materia sobre la cual pueda recaer una acción virtuosa.

Reconoce tu interior: dentro de tí está la fuente del bien, que puede manar de continuo si la profundizas siempre.

También conviene que el cuerpo persevere en un aire tal que no denote violencia en el movimiento ni en el ademán, porque se debe exigir de todo el çuerpo lo mismo que hace el alma con el semblante, conservándolo apacible y modesto; pero bien entendido ción.

El arte de vivir bien tiene más semejanza con la palestra que con la orquesta, por cuanto debe uno que todo esto debe observarse sin afectacientan con los reveses de fortuna; antes bien, haciendo la reflexión de que hemos nacido y vivimos expuestos á nil trabajos, será lo más acertado llevarlos con resignación siempre que nos sobrevengan.

[1] Es muy útil este consejo para quien se vea en algún conflicto ó quiera reflexionar sobre los que padecen los hombres.


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