que las mismas conveniencias logra el que vive aquí, que el otro que pasa la vida en la cumbre de un monte ó en la orilla del mar ó en donde más le diere la gana. Sin disputa alguna hallarás ser verdad lo que decía Platón: Que un sabio del mismo modo está encerrado dentro los muros de una ciudad que lo está un pastor dentro del redil de su majada.
Mi alma ¿qué viene á ser para mí[1], y cuál me la finjo yo al presente? Y al cabo, ¿qué uso hago de ella ahora? ¿Acaso está falta de entendimiento? ¿Por ventura se ve separada y arrancada de la común sociedad? Y en suma, se halla tan intimamente unida y mezclada con la vil carne, de modo que vaya á una con ella y la siga? El que huye de su señor es un desertor; es así la ley es la señora[2], luego también será desertor el que la traspasa. Igualmente quebranta la ley el que se queja, ó se irrita, ó teme, porque no quisiera hubiese sido hecho, se hiciese ó hubiese de hacerse algo de lo ordenado por aquel que gobierna todas las cosas; el cual es la misma ley, que reparte con justicia lo que corresponde á cada uno: luego el que vive con temor, el que se aflige y el que se enoja, ése es un desertor, ó sea un fugitivo.
Habiéndose ausentado el que dejó el semen en la matriz, y tomándolo después otra causa[3], fabrica que por M. Aurelio es bien estoica, y hermana de la que hacia Epicteto, Diss., lib. 111, cap. XXII.
[1] Este examen es un precepto filosófico, según se ve por la sentencia de Epicteto, lib. I, cap. XXVI.
[2] La ley en frase estoica es la misma razón divina ó la misma Naturaleza, aquella alma del mundo estoico.
[3] La formación de los vivientes, sobre la cual cuanto