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MORALISTAS GRIEGOS.

impedido el paso de una destilación á una pierna.

Todas las calamidades de su edad, estado y cuerpo, sirvieron de recomendación á su alma: siguió la secta estoica, enseñóla y obróla, adquiriendo tan encarecida estimación, que después de muerto dice Luciano que el candil de barro á cuya luz estudiaba y escribía se vendió en 3.000 reales, juzgándole el comprador bastante á comunicarle la propia doctrina por haberle asistido. Ya le sirvió de maestro el candil, pues le ocasionó acción en la virtud tan admirable, que se refiere igualmente por ejemplar con la vida de Epicteto. Cerró nuestro filósofo toda la doctrina de las costumbres en estas dos palabras: « Sufre, abstente». Aquélla por medicina de lo que sucede al sabio, ó le puede suceder, que no le conviene; ésta, de lo que conviene que ni tenga ni le suceda. Con esta brevedad quitó el miedo de los grandes volúmenes, que son embarazo á la casa, tarea á la vida y carga á los brazos: hizo un libro en estas dos palabras, que se oye en una cláusula, y que no necesita de repeticiones á la memoria. Tan bien acostumbrado estaba al ejerçicio de estas dos voces, que muchas veces, ambicioso de victorias contra los trabajos y calamidades, provocaba fervoroso á Dios, exclamando: «Llueve, oh Júpiter, calamidades sobre mí ». Oh hazañoso espíritu, oh grito lleno de valentia, que pidiese á Dios calamidades hombre esclavo, y manco, y súbdito de Nerón! Alcanzó el imperio de Domiciano, salió de Roma, unos dicen huyendo de la tiranía de aquel Emperador: esto no es creíble en quien pedía á Dios trabajos y persecuciones. Otros dicen que salió de Roma expulso por el decreto del Senado que desterró á todos