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— Sonetos. —
En dura ley, en conocido engaño,
Huelga el triste, Señora, de vivir,
Y tú, que le persigas la paciencia.
¡Oh cruda tema! Oh áspera sentencia!
Que por fuerza me muestren á sufrir
Los placeres ajenos y mi daño.
VII.
Como el hombre que huelga de soñar,
Y nace su holganza de locura,
Me viene á mí con este imaginar
Que no hay en mi dolencia mejor cura.
Puso amor en mi mano mi ventura,
Mas puso la peor, pues el penar
Me hace por razon desvariar,
Como el que, viendo, vive en noche oscura.
Veo venir el mal, no sé huir;
Escojo lo peor cuando es llegado;
Cualquier tiempo me estorba la jornada.
¿Qué puedo yo esperar del porvenir,
Si el pasado es mejor, por ser pasado? [da.
Que en mi siempre es mejor lo que no es nada.