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LEOPOLDO LUGONES
Y una seguridad de ser persona;
Pues sabía contar, y separaba
Si había mezcla, una majada de otra,
Hasta hacer el total exactamente
De la que obedecía á su custodia.
Así el antiguo campo se bastaba
En aquel tiempo de abundancia ociosa,
Cuando eran menos caras las ovejas,
Cuando la cabra productiva y sobria,
Se empinaba á roer la espina verde
En el risco difícil que corona.
En tanto, los cabritos, en la casa,
Del horno familiar hacían roca,
Para ensayar la atávica pirueta
O esbozar bruscamente luchas cómicas.
Lindos como niñitos pululaban
Con agilidad suave y cosquillosa,
Acentuando su mímico rabillo
La petulante mueca de la broma.
Y ante los más bonitos que tenían