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Página:Odas seculares.djvu/92

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ODAS SECULARES

En la desolación brama horrorosa.
El que ordenó las bárbaras dehesas
De la frontera desbordada de hordas,
Y en la final conquista del desierto,
Sumiso y militar sirvió con Roca.
El que en su vil pelambre guarda el fuego,
Como el tronco la brasa que lo dora,
Con esa mansedumbre del coraje
Que su alma elemental acondiciona.
El que huele á hombre fuerte en el descanso
Y á fiebre inquieta en las ingratas obras,
Y es la última amistad del gaucho libre
Que al despoblado la injusticia arroja,
Dejándole por únicos haberes
La firme daga y la guitarra sorda,
Que habla bajo, pasado á la cintura
El brazo del varón, como una esposa.


Cuando al final de intrépida jornada
Que al doméstico encanto nos retorna,
Mientras él, aun jadeante, se refriega