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Página:Orígenes de la novela - Tomo I (1905).djvu/26

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XVI
Origenes de la novela

Tiene por autor á Abdalá-ben-Almocafa y pertenece al siglo VIII de nuestra era. Fué hecha bajo los auspicios del segundo califa Abasida, Almanzor, y el intérprete, que era un persa convertido al islamismo, tomó por texto una versión en lengua pehlvi, presentada en la primera mitad del siglo VI al rey Cosroes por su médico Barzuyah, que había ido á buscar los tesoros de la sabiduría en la India, donde encontró las fábulas de Bilpay, las cuales tradujo libremente, dándolas el título de Calila y Dimna, que son los nombres de dos lobos cervales, narradores de una buena parte de los cuentos del libro. Esta traducción persa no existe, pero sí otra siriaca (Kalilag y Damnag), también del siglo VI é independiente de ella, atribuida á un monje nestoriano, llamado Bud, que en calidad de periodeutes ó visitador recorrió, por los años de 570, las comunidades siriacas de Persia y de la India. El insigne orientalista Teodoro Benfey[1], á quien se debe este precioso descubrimiento que nos hace adelantar un grado más en el árbol genealógico de estas fábulas, no ha podido encontrar en la India texto alguno que responda exactamente al Calila y Dimna árabe, persa y siriaco, pero su existencia antes del siglo VI se acredita no sólo por este grupo de traducciones, sino por la célebre refundición conocida con el nombre de Pantschatantra[2], que de los doce ó trece capítulos del Calila sólo contiene cinco, pero muy desarrollados y amplificados interiormente. Cada sección ó capítulo se compone de un apólogo principal y en el cual se intercalan otros varios recitados por los personajes de la fábula y exornados con sentencias en verso, á la manera de las moralidades que D. Juan Manuel puso en El Conde Lucanor. Es opinión muy seguida ahora que la mayor parte de estos apólogos habían servido como ejemplos á los predicadores budistas, que se dirigían al pueblo y le hablaban en parábolas (jatakas); pero puede presumirse que la mayor parte de esas parábolas, fábulas y proverbios son anteriores al nacimiento del Budismo, y que precisamente por ser familiares á sus oyentes los empleaban con nuevo sentido moral los propagandistas de la religión nueva[3]. Síguese de aquí que las fábulas indias son antiquísimas, ora nacie-

    or the fables of Bildpai, translated from the Arabic by the Rev. Windham Knatchbull, A. M. Oxford, 1819), y otra castellana de D. José Antonio Conde, inédita en la Academia de la Historia, y que es la tercera, ó por mejor decir la cuarta de las que tenemos en nuestra lengua, como iremos viendo.

    Sacy hizo su edición con tres manuscritos de la Biblioteca Nacional de París, pero existen otros varios que ofrecen considerables divergencias, no sólo en el texto, sino en el número de los cuentos, como puede verse en los Studii sul texto arabo del libro di Calila e Dimna, por Ignacio Guidi (Roma, 1873). Estos estudios tienen por base un códice del Vaticano, otro de los Maronitas de Roma y otro de Florencia.

  1. Kalilag u. Damnag, von G. Bickell, mit einer Einleitung von Th. Benfey (Leipzig, 1876).

    Hay otra versión siriaca publicada por Wright en 1884 y traducida al inglés por M. Keith-Falconer en 1887, pero procede del texto árabe y es más bien una paráfrasis que una traducción.

  2. Ha sido publicado por Kosegarten y traducido y sabiamente comentado por Benfey: Pantschatantrum sive Quinquepartitum, edidit E. G. L. Kosegarten (Bonn, 1848). Pantschatantra, fünf Bücher indischer Fabeln Märchen und Erzählungen aus dem sanskrit übersetz. Von Th. Benfey (Leipzig, 1859), 2 vols. Con una introducción de 600 páginas, que es lo más profundo y completo que se ha escrito sobre el apólogo indio. A juicio de Benfey, el Pantschatantra es obra de un budista que vivía lo más tarde en el siglo III de nuestra era.
  3. Vid. sobre estas cuestiones la muy interesante History of the Æsopic Fable de José Jacobs (London, published by David Nutt, 1889), y su estudio anterior sobre las fábulas de Bildpai, con un cuadro cronológico-bibliográfico de las diversas adaptaciones y traslaciones del original sánscrito, y una concordancia analítica de los cuentos, que acompaña á la Filosofía Moral del Doni, traducida del italiano al inglés por Tomás North (1888).