Página:Orgullo y prejuicio - Tomo II (1924).pdf/211

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
209
 

to; no cejaré; no he estado acostumbrada a someterme a los caprichos de nadie; no tengo hábito de sufrir disgustos.

Eso hará más lastimosa la situación actual de Su Señoría; pero no me afecta a mí.

—¡No quiero que se me interrumpa! Escuche usted en silencio. Mi hija y mi sobrino han sido formados el uno para el otro. Por vía materna descienden de la misma ilustre línea, y por la paterna, de familias respetables, honorables y antiguas, aunque sin título. La fortuna por ambos lados es espléndida. Están destinados entre sí por el voto de todos los miembros de sus respectivas casas; y ¿qué es lo que ha de separarlos? Las repentinas pretensiones de una muchacha sin familia, ni parientes, ni fortuna. ¿Se puede aguantar eso? ¡Pero no ha de ser! Si conociera usted su propio bien no querría abandonar la esfera en que ha nacido.

—Al casarme con su sobrino no consideraría que abandonaba mi esfera. El es un caballero; yo, la hija de otro caballero; por consiguiente, somos iguales.

—Cierto; usted es hija de un caballero. Mas ¿quién es su madre de usted?, ¿quiénes sus tíos y tías? ¿Me supone usted ignorante de su condición?

—Cualesquiera que sean mis parientes —dijo Isabel—, si su sobrino de usted no tiene nada que objetarles no pueden tener nada que ver con usted.

—Dígame usted de una vez ante todo, ¿está usted comprometida con él?

Orgullo y prejuicio.—T. II.
14