ORIGEN DE LAS ESPECIES 194 ella como un alcion contra un pescado. En nuestro mismo país, el paro más grande (parus major), puede vérsele trepando á los árboles casi como un trepador; algunas veces, como una pi- caza manchada, mata á los pájaros pequeños, dándoles golpes en la cabeza, y yo lo he visto muchas veces y lo he oido amar- tillando las semillas del tejo en una rama, y rompiéndolas luego como un pica-maderos. En la América del Norte ha visto Hearno al oso negro nadando horas enteras con la boca com- pletamente abierta, atrapando así, casi como una ballena, los insectos del agua. Como vemos algunas veces que los indivíduos siguen hábi- tos distintos de los que son propios á su especie y á las otras especies del mismo género, debiamos esperar que esos indivi- duos ocasionalmente darian orígen á nuevas especies con há- bitos anómalos y con estructuras ligera ó considerablemente modificadas de la de su tipo. Y estos casos se dan en la natu- raleza: ¿puede darse un caso más extraño de adaptacion que el de un pica-maderos para trepar á los árboles y apoderarse de los insectos en las grietas de la corteza? Sin embargo, en la América del Norte hay pica-maderos que se alimentan mucho de frutas, y otros con alargadas alas que persiguen a los in- sectos al vuelo. En las llanuras de la Plata, donde apenas crece un árbol, hay un pica-maderos Colaples-campestris, que tiene dos dedos delante y dos detrás, una lengua larga acabada en punta, plumas caudales puntiagudas, lo suficientemente rigi- das para sostener al pájaro en una posicion vertical sobre un poste, pero no tan rígidas como en los pica-maderos típicos, y un pico derecho y fuerto. El pico sin embargo, no es tan de- recho ni tan fuerte como el de los pica-inaderos típicos, pero es bastante fuerte para agujerear la madera. Por estas ra- zones, este colaptes, en todas las partes esenciales de su es- tructura, es un pica-maderos. Aun en caracteres tan insignifi- cantes como el color, el tono áspero de la voz y el vuelo on- dulante, se declara claramente su estrecho parentesco de san- gre con nuestro pica-maderos comun; y sin embargo, yo puedo afirmar, no sólo por mis propias observaciones, sino por las del exacto Azara, que en ciertas grandes localidades no se sube a los árboles y hace sus nidos en agujeros en los monto- nes de tierra. En otras localidades, este mismo pica-maderos, como lo dice Mr. Hudson, frecuenta los árboles y barrena agu-