mucho de ser fuerte, se me ha pedido que publique este extracto. He sido inducido más especialmente á hacerlo, porque Mr. Wallace, que ahora está estudiando la historia natural del archipiélago malayo, ha llegado á conclusiones generales casi exactamente las mismas que las mias sobre el orígen de las especies. En 1858 me envió una Memoria sobre este punto, pidiéndome que se la trasmitiera á Sir Charles Lyell, quien la envió á la Linnean Society y está publicada en el tercer volúmen del diario de la Sociedad. Sir Charles Lyell y el Dr. Hooker, teniendo ambos noticias de mi obra—el último habia leido mi bosquejo de 1844—me honraron pensando que debian de publicarse, con la excelente memoria de Mr. Wallace, algunos breves extractos de mis manuscritos.
Este compendio, que ahora publico, necesariamente tiene que ser imperfecto. Yo no puedo aquí dar referencias y autoridades para mis diferentes aserciones: y me atrevo á esperar que el lector se servirá confiar en mi exactitud. Sin duda se habrán deslizado errores, aun cuando creo que he sido siempre cauto para no fiarme sino de autoridades buenas. Aquí puedo únicamente dar las conclusiones generales á que he llegado, con unos pocos hechos en su apoyo; pero espero que estos sean suficientes en la mayor parte de los casos. Nadie puede hacerse cargo mejor que yo de la necesidad de publicar más adelante en detalle todos los hechos, sobre los cuales se han cimentado mis conclusiones, y espero hacerlo en una obra futura: porque demasiado sé que escasamente se discutirá en este volúmen un solo punto sobre el cual no puedan ser aducidos hechos, que, en la apariencia, á menudo llevan á conclusiones directamente opuestas á las que yo he llegado. Un resultado imparcial únicamente puede obtenerse por la plena exposicion y comparacion de los hechos y argumentos de ámbos lados de la cuestion, y esto es aquí imposible.
Mucho siento que la falta de espacio me impida tener la satisfaccion de reconocer la generosa ayuda que he recibido de muchísimos naturalistas, algunos de ellos desconocidos personalmente para mí. No puedo, sin embargo, dejar pasar esta oportunidad sin expresar mi profundo agradecimiento al Dr. Hooker, quien, en los últimos quince años, me ha ayudado de todos los modos posibles con sus vastos conocimientos y su excelente juicio.