450 ORIGEN DE LAS ESPECIES distintas especies pertenecientes á los mismos géneros en líneas divergentes do un centro comun; y yo mo inclino á buscar, tanto en el hemisferio del Sur como en el del Norte, un período anterior y más caliento antes del principio del glacial último, en el cual las tierras antárticas, que hoy cubren los hielos, te- nian una llora en alto grado peculiar y aislada. Puede sospe- charse que antes de que esta flora luese exterminada, durante la última época glacial, se habian ya dispersado extensamente unas pocas formas por varios puntos del hemisferio del Sur, valiéndoso de medios ocasionales de transporte, y con la ayuda de las islas hoy sumergidas como punto de descanso. De esto modo, las costas meridionales de América, Australia y Nueva- Zelanda pueden haber llegado a estar ligeramente caracteriza- das por las mismas formas peculiares de vida. Sir Charles Lyell, en un trozo sorprendente, la discurrido, en lenguaje casi idéntico al mio, acerca de los efoctos que so- bro la distribucion geográfica tendrian las grandes alternativas de clima en todo el mundo. Y ahora hemos visto que la con- clusion de Mr. Croll, acerca de que coinciden períodos gla- ciales sucesivos en un hemisferio, con períodos más calientes en el hemisferio opuesto, juntamente con la admision de len- tas modificaciones en las especios, explica una multitud de he- chos en la distribucion de las mismas formas de vida y de las análogas en todas partes del globo. Las aguas vivas han cor- rido durante un período desde el Norte, y durante otro desde el Sur, y en ambos casos han llegado al Ecuador; pero la cor- riente de la vida ha lluido con mayor ſuerza desde el Norte que en direccion opuesta, y ha inundado, por consiguiente, con más libertad el Mediodía. Así como la marca deja sus resíduos on lincas horizontales, quo más so van clevando en las playas cn dondo la pleamar subo más, del mismo modo las aguas vivas han dejado sus restos vivos en las cumbres de nuestras montañas, en una línea que dulcemento so cleva desde las tier- ras árticas bajas hasta una gran altura en el Ecuador. Los va- rios seres que quedan así, como encallados en tierra, pueden ser comparados a las razas salvajes de hombres que, arrojados á las espesuras de las montañas de casi todas las tierras y 60- breviviendo allí, nos sirven de recuerdo, lleno para nosotros de interes, de los primeros habitantes de las tierras bajas cir- cundantes.