en lazo hecho sacando afuera parte de los finos hilos blancos, se puede comprar suficiente para una falda de señora, de seis pulgadas de ancho, por entre cinco y diez dólares; con valor de entre cincuenta y cien dólares en los Estados Unidos; y estatuillas, jarrones, y mercancías similares en barro, moldeado de arcilla común, a mano, por hombres y mujeres que no saben leer ni escribir, y tienen, de hecho, ningún tipo de educación sea cual sea. Este trabajo se hace en un pequeño pueblo llamado Tonala, asiento de los Reyes Azteca de Jalisco en los días de Cortés, a quince millas de distancia, y vendido por las calles.
Hay un lugar en la Plaza de Toros, donde tienen carros cargados de todo tipo de esta cerámica, desde una taza de juguete hasta un florero de tres pies de altura, en venta. Piden más que en el pueblo donde lo hacen, pero se vende aun increíblemente barato. Tienen de estatuillas todo hombre destacado en el país y el mundo, antiguo y moderno, desde una pulgada de altura hasta dos pies, todo trabajado elaboradamente y coloreado, y muchos de ellos hermosamente dorado. Te harán una estatuilla, un perfecto facsímil tuyo en miniatura, con dos días de aviso. Tienen cientos de muestras de estatuas de burlesque, y sus figuras representan personajes locales, alguna vez celebridades del país, son maravillosos. Durante nuestra guerra civil, un artista estadounidense produjo en arcilla, grupos representando escenas de guerra, un centinela muriendo, herido a la muerte, ataque, etc., todos los cuales estaban bien; y así obtuvo gran crédito; pero estos pobres indios analfabetos pueden mostrar miles de tales estatuillas, todas iguales o superiores en expresión y vivida expresión.
Un personaje notable e infame es generalmente representado como siendo llevado, su cuerpo, por
