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GRAN EXCESO DE MUJERES.

pintadas por fuera y por dentro en brillantes frescos. Como vive toda la gente no me puedo imaginar. Cuando entramos en la Ciudad las campanas tocaban fueron llamada un repique alegre, y una banda tocando como de costumbre. Una buena casa había sido preparada para nosotros en la plaza, pero como no nos habíamos propuesto pasar la noche, seguimos el camino, y almorzamos privadamente en la residencia de un amigo del Señor Bossero. Al pasar por las calles nos encontró un gran grupo de chicos de escuela, y a una señal de uno de ellos, todos se pusieron de rodillas, sobre los adoquines, sosteniendo sus sombreros en sus manos.

La gente, mientras avanzamos hacia el este, se hizo más blanca, y ojos azules y cabello claro no eran raros. El número de mujeres era enormemente en exceso de los hombres y desde luego, matrimonio legal esta fuera de consideración con el gran número de niñas pobres en los pueblos. Son humanos, y, como no pueden casarse, ¿es de extrañarse que pequen? Casi todas las niñas entre las clases inferiores, de catorce años en adelante, a quienes vimos cuando pasamos a lo largo, tenían un niño en brazos. Nunca vi tan poco maíz, y tantos niños por acre.

Esa noche, nos quedamos en la Venta de Los Pájaros, a veinticuatro millas de Tepatitlán. El señor Pérez, propietario de esta gran hacienda, que tiene veinte millas de largo, y tiene 40 mil cabezas de ganado en ella, ha sido dueño de la propiedad por dos años. Lo compró cuando nadie se atrevió a ocuparla por temor a los ladrones. Su casa es literalmente una fortaleza inexpugnable a todo excepto artillería pesada. Organizó a sus vecinos inmediatamente en un cuerpo militar, y comenzó una guerra de exterminio contra los ladrones. En una hora, él puede juntar a doscientos hombres bien armados, y tan pronto como se