día todo esto será diferente. Ya, una línea de telégrafo está en funcionamiento desde la Ciudad de México a este lugar, y Sr. Seward se encontró con despachos directos de felicitación del Presidente Juárez y gabinete. Carrozas y barcos de vapor vendrán después, y, a continuación, ferrocarriles y una civilización más elevada.
Después de esperar dos días en Manzanillo la lluvia cesó repentinamente, y un claro atardecer prometió un buen tiempo para seguir. Al amanecer el 9 de octubre, todo Manzanillo asistió, y nuestro grupo dispuesto a dejar de Colima. Por acuerdo, todo el grupo, "bolsa y equipaje," debía ser transportado por barcos hasta la Laguna de Cuyutlán treinta millas, luego a través de las división de tres leguas, entre el final del lago y el Rio Maria, en carretas Concord enviadas por Don Juan Fermín Huarte, el hospitalario propietario de la inmensa finca conocida como "Los Chinos", ahora como "La Calera", y desde allí sobre el río y las tres siguientes leguas a ese lugar, como pudiera organizarse mejor las circunstancias.
Cuando el grupo dejó la Casa y cruzaron la desordenada, calle torcida, forrado de chozas con techo de paja, baja que se inundaron por la lluvia y deshabitadas por los propietarios, la gente estaba con sombreros en mano a lo largo del camino, para dar un amable saludo de despedida al Sr. Seward. Todo era confusión y de bullicio. Hombres vadeaban de ida y vuelta en el agua lodosa, transportando paquetes o cambiando y arreglando los barcos. Se habían proporcionado cinco barcos ligeros, fuertes, cada uno pintado blanco, rojo y verde—colores nacionales de México—Dos barcos llevaban al "grupo Seward," el gobernador Cueva y Señor Rendón; un tercero la escolta mixta, y el cuarto y quinto fueron cargados con nuestro equipaje, disposiciones, etc., etc.
