ocho pulgadas de longitud, del escarlata más brillante, y puesto en una taza de hojas verde brillante, todo con más apariencia de hábil trabajo en cera, que la obra de la naturaleza.
Todo alrededor de las cascadas el follaje y los arbustos son tan densos que impiden caminar, excepto en estrechos senderos cortados con ese fin, y al final del año, cuando todo en el extremo norte está enterrado en la nieve de invierno, todo es tan verde, y rojo, y alegres colores y hermoso como en verano. En este paraíso tropical, sólo el hombre y sus obras desaparecen; la gloria de la naturaleza es eterna y no cambia: "En verano y en invierno será."
Las impetuosas aguas bajan del borde del precipicio a través de grupo de grandes cañas crecidas, que ondulan y se balancean con la presión de la corriente, como sauces en nuestros ríos del Norte cuando son barridos por el viento en el verano. Aferrados a rocas de lava escalonadas que dividen la corriente encima de las cascadas, donde hay alguna tierra que los nutra, hay grandes plataneros, con hojas amplias como banderas de un ejército de gigantes, ondeando en la suave brisa del sur. Toda la cara de la roca entre el agua que cae está cubierta con plantas enredaderas y arbustos floreciendo, y una roca con forma de cruz, que se proyecta desde el centro hasta el rocío cayendo, estaba llena de flores como una guirnalda artificial, como si hubiera sido colgada allí por la mano alguna querida mujer, para marcar el último lugar de descanso del ser amado y perdido.
Bajamos por un camino sinuoso al fondo del cañón, frente a la caída, y nos sentados bajo árboles con grandes sombras, mirando la escena hasta que su belleza quedó impresa indeleblemente en nuestras mentes, para apreciarla en la memoria por siempre; luego recogimos algunas
