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Página:Para leer a Carlos Castaneda.djvu/105

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MOVER EL PUNTO DE ENCAJE

La recapitulación es una de las vías para mover el punto de encaje. La recapitulación, en apariencia, es recordar lo vivido, pero en realidad es una técnica muy refinada y compleja que desarrollaron los nuevos videntes toltecas para mover el punto de encaje.

La recapitulación comienza en el esfuerzo por recordar los eventos más importantes de la vida, para después recordar todos esos eventos con detalle y en una continuidad. Después se debe hacer un esfuerzo para “re-vivir” nuevamente cada uno de esos eventos; que el cuerpo recuerde y re-viva lo que sintió en esos momentos; que el punto de encaje se mueva al lugar preciso en el que estaba cuando ocurrieron los eventos que se están reviviendo; a esto los toltecas le llaman “acordarse”.

Probablemente una de las técnicas con las que Don Juan le transmitió parte del conocimiento a Castaneda fue al mover los dos juntos el punto de encaje; a esto Don Juan llama "ensoñando" juntos, y probablemente también, mediante esa forma, Castaneda haya escrito parte de su obra: a través del movimiento del punto de encaje.

Don Juan hace una descripción de Castaneda como hombre común y corriente, descripción de la cual no nos escapamos la mayoría de las personas, no porque seamos “malos”, sino porque ahí es donde casi la mayoría tenemos fijado el punto de encaje. No es cuestión de moralidad sino, simplemente, del uso de nuestra energía.

Don Juan le dice a Castaneda que tiene una imagen muy exaltada de su persona, que es dominante, vanidoso, mezquino, de mal genio, desgraciado, confiado y con una gran inclinación hacia los vicios y las debilidades.

"—¿A poco va a usted a decir que soy inaguantable? —dije y mi voz me sonó asombrosamente forzada.

—Claro que eres inaguantable —dijo él, con expresión seria—. Eres mezquino, caprichoso, porfiado, dominante y vanidoso. Eres malgeniado, tedioso y desagradecido; tienes una inagotable capacidad para los vicios. Y lo peor: tienes una idea muy exaltada de ti mismo, sin nada con qué respaldarla. Podría decir, con toda sinceridad, que tu sola presencia me da ganas de vomitar...

—Te advertí que ni te iba a gustar ni lo ibas a entender —dijo—. Las razones del guerrero son muy simples, pero de extremada finura. Rara vez tiene el guerrero la oportunidad de ser genuinamente impecable pese a sus sentimientos básicos. Tú me has dado tal inigualable oportunidad. El acto de dar, libre e impecablemente, me rejuvenece, renueva en mí la idea de lo maravilloso. Lo

que obtengo de nuestra relación es en verdad algo de tan incalculable valor para mí que estoy irremediablemente endeudado contigo."... C.C.

EL SITIO DONDE NO HAY COMPASIÓN

Lo contrario a tenerse lástima a sí mismo es no tenerse compasión. El tener una idea muy exaltada de nuestra persona produce, como consecuencia, una gran importancia personal. Esta nos estorba, nos hace rudos, vanidosos y pretenciosos; pero, además, la importancia personal viene acompañada de la compasión por nosotros mismos. Cuando nuestra importancia personal se estrella con un tirano o con el mundo que insiste permanentemente en, no ajustarse a nuestros pensamientos, la importancia personal se convierte en la conmiseración por nosotros mismos.

Cuando un guerrero desplaza su importancia personal, en su vida cotidiana

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