VIAJES POR EL OSCURO MAR DE LA CONCIENCIA
Toda la obra de Castaneda puede verse como la construcción de una cebolla. Con finas capas se va envolviendo “la magia del Espíritu”. El lector tendrá que leer una y otra vez, “las historias de poder”, hasta encontrar su “centro abstracto”. Sí el lector no tiene suficiente “poder personal”, la lectura será amena pero intrascendente. Pero sí logra penetrar poco a poco en esa “cebolla literaria”, empezará a quitar una a una, las delicadas capas de conocimiento y cada vez más, tendrá una percepción más profunda y al mismo tiempo “perturbadora” de las enseñanzas de Don Juan.
A través de lo que se aprecia de primer momento como “parábolas” y “cuentos de indios”, va el lector descubriendo que son conceptos perfectamente claros y demoledores de nuestro mundo dócil y domesticado. La obra en general, además de provocadora es aterradora. Deja al profundo lector desnudo de ideas protectoras, por ende, indefenso. Razón por la cual, muchos “eruditos de la razón”, desechan la obra y la tachan de fantasiosa. Pero los años pasan y la obra sigue ahí, inconmovible.
Don Juan le explica a Castaneda que por el hecho de estar “recapitulando” ha empezado a disponer de mayor energía. Esto le ha dado suficiente “silencio interno”, lo que a su vez le permite romper la “continuidad del tiempo”, la cual nos ata totalmente a “nuestro mundo”.
En toda la obra Don Juan siempre le dice a Castaneda que, el movimiento del “punto de encaje” es la llave maestra para abrir las compuertas del conocimiento tolteca. La “realidad” es una de las tantas realidades que nos rodean y que no las percibimos. Don Juan afirma que existen alrededor de seiscientas.
El “ensoñar” es el arte que permite al guerrero “cambiar” el punto de encaje a otra realidad que generalmente no percibimos. Este arte fue descubierto por los hombres de conocimiento del México Antiguo, al ver que cuando un individuo sueña, se mueve levemente de manera natural su punto de encaje. Desarrollar esta facilidad natural al punto de poder percibir mundos verdaderos en otras realidades. La “atención de ensueño” es la posibilidad de prestar atención específica o de enfocar un tipo de conciencia especial sobre elementos de un sueño común.
“A lo largo de mi aprendizaje, don Juan también me había dicho que los chamanes se dividían en dos grupos: un grupo consistía en ensoñadores; el otro en acechadores. Los ensoñadores eran los que desplazaban el punto de encaje con gran facilidad. Los acechadores eran aquellos con gran facilidad para mantener el punto de encaje fijo en esa nueva posición. Los ensoñadores y los acechadores se complementaban y trabajaban en parejas, afectando uno al otro con sus proclividades innatas.