"Tensegridad", comprendemos que el ser humano es un huevo luminoso y que posee dentro de ese huevo toda nuestra energía y que requiere "removerla' de espacios donde se han ido acumulando y neutralizando, para poderla utilizar en intentar el logro supremo de la Toltecáyotl.
Castaneda fue un Nagual de tres puntas y no de cuatro, lo que obligó a don Juan a cambiar de último momento el "arreglo" con su grupo y el propio destino de Castaneda. Efectivamente, Castaneda termina un ciclo e inicia otro nuevo, en la milenaria sabiduría.
La Toltecáyotl deja el mundo subterráneo y clandestino en el que se movió y evolucionó por siglos y aparecen a través de libros al alcance de cualquier persona que tenga un poquito de poder personal. Muchos nos perdimos y hasta nos hicimos viejos en "la onda de don Juan", muy pocos entendieron con su cuerpo que el "conocimiento" no está en las drogas, ni en los libros y en la razón, ni en las técnicas, sino en la energía que está dentro de uno mismo. Pocos entendieron que la razón y el cuerpo físico y su entorno, son tan sólo un medio (muy valioso) para desarrollar el cuerpo energético y llegar a la luz.
Es difícil hablar de esto, sobre todo cuando no se puede pronunciar lo innombrable y como en mi caso, que no se cuenta con la energía suficiente. En torno a Castaneda están los "aZotéricos" (los que se azotan) y los "drogos", pero el desafío está en puerta. Pronto viviremos cambios dramáticos que requerirán guerreros del espíritu para trascender tamaños desafíos.
Castaneda ha cumplido su tiempo humano entre nosotros. A "muerto el escritor"... ¡Viva el escritor! Ahora su nombre cabalga en la épica de este final de siglo y los conocimientos que transmitió y el nuevo ciclo que inició están en el aire. Qué harán sus discípulos con la Tensegridad, aparecerán otras formas del antiguo conocimiento del México Antiguo, regresará la Serpiente Emplumada o todo habrá sido una soberbia tomada de pelo de un impecable impostor?. Si esto es así, estaremos frente a uno de los escritores más creativos de este siglo que termina, pues no sólo inventar al "personaje" de Don Juan, sino entretejer una muy cuidadosa y casi perfecta forma de inventar la vida y el mundo del México antiguo.
Don Juan le enseñó a Castaneda a "tener que creer" y a vivir como guerrero. Lo cierto es que Castaneda como Don Juan y Don Genaro, ahora se han vuelto polvo en el camino.
GUILLERMO MARÍN