En consecuencia, "ver" es el resultado de un alineamiento diferente al normal y no es otra cosa que el movimiento del punto de encaje; por tanto, el acto de "ver" no se hace con los ojos e implica la maravilla de conocer la esencia de las cosas. Es decir, percibir el mundo que nos rodea como cargas de energía.
La conciencia de ser del ser humano, la desarrolla poco a poco; cuando nace, la luminosidad interior no está fijada con la exterior, se va desarrollando a través de la vida cotidiana. A esta práctica es a lo que Don Juan llama "El primer anillo de poder". El comando del Águila hace que se fije la luminosidad de afuera con la de adentro y se hace de manera "natural" a través de la voluntad, cuando el guerrero, de manera personal, mueve su punto de encaje; a esta voluntad "dirigida" se le llama "intento".
En esta parte del libro Castaneda habla sobre el sexo como un proceso energético y dice que el nagual Julián decía que el sexo, era un asunto de energía, toda vez que el comando del Águila es el fulgor de la conciencia de ser que se transmite a través del acto sexual. En el proceso del acto sexual las emanaciones del Águila, que están contenidas en los dos capullos conscientes (hombre y mujer), sufren una profunda agitación y ambos capullos hacen lo mejor que pueden para donarle conciencia al nuevo ser que van a crear; cada acto sexual conlleva una donación de nuestra conciencia y de nuestra energía, aunque ello no cree forzosamente a otro ser.
Don Juan le recomienda a Castaneda que sea avaro con su sexualidad, no por moralista sino por el ahorro de energía, que es una de las tareas primordiales del guerrero. Este conocimiento obliga al aprendiz a ser responsable de su energía.
LA PRIMERA ATENCIÓN
"La conciencia de ser". es una maduración o desarrollo que va desde lo animal e instintivo hasta formas más elaboradas; esto se realiza a través del crecimiento existencial de cada individuo. El desarrollo de la conciencia de ser produce lo que Don Juan llama "la atención", que es el logro individual más importante y que llega a abarcar un abanico muy grande de posibilidades humanas.
Don Juan dice que los videntes clasificaron tres tipos de atención o tres niveles de realización, que dan como resultado tres niveles de purificación de la energía. La primera es la conciencia animal en bruto que, por los procesos vivénciales de la experiencia humana, se convierte en una facultad compleja, intrincada y extremadamente frágil, que es la que crea el mundo cotidiano, el de conceptos y objetos, y todo lo que somos y hacemos como hombres comunes y corrientes.
La segunda atención tiene que ver con lo desconocido y es un resplandor en el capullo, muchísimo más intenso, que abarca un área mayor, a la cual también se le conoce como "la conciencia del lado izquierdo".
La tercera atención es el logro supremo de los videntes y es cuando el resplandor de la conciencia se transforma en el fuego interno; este fuego interno es producto del encendido de todas las emanaciones del Águila que están en el interior del capullo del ser humano.
Todas las personas, al final de la vida, logran llegar a la tercera atención, porque la muerte enciende todas las emanaciones del Águila y los libera del capullo para reintegrarlos a la totalidad. Pero son los videntes, a través de la antiquísima y compleja