( 12 l do por uu ladron y se hubiese espuesto 6 reoibir un balazo. Llegaron por fin ¡ lo alto del oerro: los oaballos tom» ron aliento. y el guarda dejó su asiento para trabar el co- che para la bajada y abrir la portézuela ¡ los viajeros que iban 6 subir al oarruaje. ' -Joe. ¿qué ruido es ese! dijo el oochero desde el pes- cante. -Es un caballo que sube la cuesta al trote. -A galope, dijo el cochera. El guarda volvió Á subir 6 su sitio y dijo empuñandolas pistolas. _ _Gaballeros. en nombre del røy,reolamo vuestroauxilio. El viajero que forma parte de esta historia iba 8 entrar en el coche, ¡ donde se disponían S seguirle sus dos nom- pañeros. y se quedó oon el pié en el estribo mientras los otros dos se paraban detras de él eu la carretera. Los viajeros miraron al guarda y al conductor. Este vol- vió la cabeza, y el caballo de las negativas enderezaba las orejas mirando de reojo con cierta inquietud. Lainmovilidad que sucedió de pronto  la penosa mar- cha del ooehe. aumentó el silencio y la calma fúnebre de la noche, y el aliento anheloso de los oaballoe comunicaba una especie de estremeoimiento al carruajs, y talvez el corazon de los tres compañeros de viaje latia con bastan- te fuerza para poder contar sus latidos. En todo 0880 era el silencio de individuos fatlgados que no se atreven 6 res- pirar y cuyos latidos preoipitau el temor y la incertidum- bre. Un oabollo subía ls cuesta S escape y se acercaba por momentos. -¡Alto! gritó el guarda con toda la fuerza de sus pul- mones; alto 6 hago fuego. Fue inmediatamente obedeoido, y del fonda de la nie- bla salió una voz ronoa que gritó: --¿Es el coche-correo de -Douvresl
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Apariencia