Página:Pensamientos (Rousseau) - Tomo II.djvu/190

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rable á su hijo, le sumergió, segun cuenta la fábula, en la laguna Estigia. Esta alegoría es tan bella como clara. Las madres crueles de que hablo, obran de otro modo; á fuerza de sumir á sus hijos en la molicie, les preparan á padecer: abren sus poros á los males de toda especie, de que no podrán menos de adolecer cuando sean mayores.

Todo el órden moral depende de la obligación de las madres á criar sus hijos. ¿Quereis hacer entrar á cada uno en su deber? pues, principiad por las madres, y os admiréis de las alteraciones que produzcais. De esta primera depravacion proviene sucesivamente todo: se altera todo órden moral: se estingue el buen natural en todos los corazones: lo interior de las casas pierde su aspecto de vida: el tierno espectáculo de una naciente familia no inspira afecto á los maridos ni atenciones con los estrangeros: la madre que no vé á menudo á sus hijos es menos respetada: no estrecha la costumbre los vínculos de la sangre: no hay padres, ni madres, ni hermanos, ni hermanas; apénas se conocen todos. ¿Como se han de amar? Cuando la casa no es otra cosa que una triste