fórmulas, que no está sujeta á la moda, que no varia con ella, que nada hace por estilo sino que viene de un verdadero deseo de agradar, y que agrada. No gasta cumplimientos frívolos y no los inventa mas estudiados: no dice que está muy agradecida, que la honran mucho, que no se tomen la molestia, etc. Aun menos trata de volverlos en frases. A una atencion, á una cortesanía de estilo corresponde con una reverencia ó por un simple muchas gracias; pero esta palabra dicha por su boca vale tanto como cualquiera que pudiera decirse por otra. Para un verdadero favor deja hablar á su corazon, y no halla en él un mero cumplimiento. Jamas ha permitido que el estilo francés la sujete al yugo de las monerias y de los ademanes, como el estender y apoyar su mano para pasar de un aposento á otro sobre el brazo de un sexagenario á quien ella desearia sostener. Cuando un petimetre perfumado la ofrece este impertinente servicio, deja su oficioso brazo en la escalera, y se pone de dos saltos en el cuarto diciendo: no estoy coja.
No solamente observa silencio y respeto coa las mugeres, sino con los hombres ca-