concebir como en un siglo en que se hace alarde de bellos conocimientos, no se hallen dos hombres bien unidos, ricos el uno en dinero y el otro en genio, ámbos amantes de la gloria y aspirando á la inmortalidad, que el uno sacrifique veinte mil escudos de su riqueza, y el otro diez años de su vida, á un célebre viage al derredor del mundo, para estudiar en él no siempre las piedras y las plantas, sino una vez los hombres y las costumbres; y que, despues de tantos siglos empleados en medir y considerar la casa, se paren en querer conocer á los habitantes.
Hay muchas gentes á quienes los viages instruyen menos aun que los libros, porque ignoran el arte de pensar; pues á lo menos en la lectura es guiado su espíritu por el autor, y en sus viages nada saben ver por sí mismos.
De todos los pueblos del mundo el que mas viaja es el Francés; pero poseido de sus usos, confunde todo lo que no se les parece. En todos los rincones del mundo hay Franceses: en él no hay pais en que se encuentren mas gentes que hayan viajado, que en Francia. Sin embargo de esto, de todos los pueblos de Europa el que vé mas los conoce