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Va á correr la cortina, y se suspende con turbacion.
Yo no sé qué me conturba
Al llegar á esta cortina;
Un grande asombro me hiela:
Parece que mis indignas
Manos tocan, el Santuario
En que una Deidad habita....
¡Insensato, es una piedra,
Obra de tus manos mismas!
¿Qué importa? tambien los Dioses,
Que en nuestros templos, se fixan,
Son de la propia materia,
Y hechos por el mismo artista....
Va titubeando, corre la cortina, se descubre Galatéa, y se arrodilla con grandes extremos de agitacion.
¡O celestial Galatéa!
Culto mi amor te dedica....
Pero ¡qué ilusion! ¡qué engaño!
Queriendo sacarte Ninfa,
Te hice Diosa, en gracia excedes
La Venus que rindió á Alcidas...[1]
- ↑ Alcidas fué un joven que se enamoró de una sobresaliente estatua de Venus, que los Gentiles veneraban en la ciudad de Guido.