Glens, donde tengo que ir á buscar mis vestidos, mis armas y algún dinero con que proseguir el viaje; y entonces diremos: "Ayúdanos, Fortuna,"—y nos internaremos en los brezales.
Nos sentamos, pues, y comimos y bebimos; y en parte entonces, y luego durante nuestra marcha á Aucharn, nos referimos mutuamente nuestras aventuras desde que nos separó el naufragio.
Parece que tan pronto como pasó la ola que me arrastró al mar, Alán se dirigió á la borda del bergantín, me vió y me perdió de vista, y me volvió á ver en mis subidas y bajadas, hasta que divisó que estaba asido del madero. Esto le dió esperanzas de que al fin llegaría á tierra, y le indujo á tomar las medidas que, por mis pecados, me trajeron á la tierra de Apín.
Entretanto, los que estaban en el bergantín echaron el bote al mar, y ya había en él uno ó dos de los marineros cuando vino una segunda ola, mayor que la primera, la cual levantó la popa del buque y hundió la proa, entrando el agua á torrentes en las escotillas.
Referir solamente lo que siguió á esto, hizo palidecer á Alán. En la escotilla había aun dos hombres que no podían moverse y que al ver penetrar el agua con tanta fuerza, creyendo que el buque se hundía, empezaron á gritar de tal manera y con tan desgarradoras lamentaciones, que los que estaban sobre cubierta se arrojaron precipitadamente al bote y se pusieron á remar á toda prisa. Apenas se hallarían á unas doscientas yardas, cuando vino una tercera é inmensa ola que levantó al bergantín sobre el arrecife; sus velas se inflaron por un momento y parecía que empezaba á moverse, pero de-