CAPÍTULO XXVI
PASAMOS EL RÍO
COMO he dicho, antes del fin del mes se me declaró en estado de emprender viaje. Nos hallábamos en Agosto, había un calor agradable y todas las señales de una cosecha temprana y rica. Nuestro dinero había disminuído de tal modo que teníamos que apresurarnos, porque si no llegábamos cuanto antes donde estaba el Sr. Rankeillor, ó si éste no me auxiliaba, corríamos peligro de morirnos de hambre. Además, según Alán, la persecución debía de haber disminuído mucho, y el paso del río, y aun el del puente mismo, no estarían muy vigilados.
—Es un axioma en asuntos militares, dijo Alán,ir donde menos lo esperan á uno. El paso del río es lo que nos importa: si tratamos de dar un rodeo, para atravesarlo donde comienza, de seguro que allí hay gente, que nos esperan para echarnos el guante; pero si escogemos el antiguo puente de Stirling, apuesto mi espada que nos dejan pasar sin obstáculo.
La primera noche nos dirigimos á la casa de un amigo de Duncan, donde dormimos el 21 de Agosto, y de donde partimos á la caída de la tarde á hacer otra jornada. El día 22 lo pasamos acostados en un brezal, donde dormí