CAPÍTULO IV
CORRO UN GRAN PELIGRO EN CASA DE MI TÍO
PARA un día que tan mal había comenzado, el resto transcurrió bastante bien. Al mediodía tuvimos potaje, frío esta vez; y por la noche, potaje también, pero caliente. El potaje y la cerveza floja formaban la dieta de mi tío. Habló muy poco, y eso del mismo modo que antes, haciéndome una que otra pregunta tras un largo intervalo de silencio; y cuando trataba de hacerle hablar acerca de mi porvenir, evadía el asunto. En un cuarto al lado de la cocina, al que me permitió ir, hallé un gran número de libros tanto en latín como en inglés, con los que me entretuve gran parte del día. El tiempo pasó tan rápidamente en esta buena compañía, que casi empecé á reconciliarme con mi residencia en la casa de los Shaws, y solo la vista de mi tío y sus miradas que evitaban encontrarse con las mías, revivieron mi desconfianza.
Hice sin embargo un descubrimiento que despertó en mí cierta duda. En la hoja blanca de un libro para niños hallé escrito, de puño y letra de mi padre, lo siguienÁ mi hermano Ebenezer en su quinto cumpleaños." Lo que me intrigaba era, que siendo mi padre el te: