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Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/105

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penseis que por gusto nos cederíamos la victoria uno á otro, y nos imposibilitariamos con esto de su descubrimiento. No creais pues, amigo, que en la averiguacion de la verdad, cosa mil veces mas preciosa que el oro, seamos nosotros tan insensatos, que trabajemos para engañarnos mútuamente, en lugar de aplicarnos con ahinco á descubrir su naturaleza. Pero ya lo veo, esta averiguacion es superior á nuestras fuerzas. Por tanto, á vosotros los sábios os corresponde mas bien compadecerse que indignarse de nuestra debilidad. Al oir esto, soltó Thrasimaco la carcaxada con una risa sardónica (39) é insultante, y dixo: ved aquí, ó Dios, la ironía ordinaria de Sócrates. Ya sabia yo muy bien, y habia prevenido á estos, que vos no querriais responder, sino que recurririais á vuestras acostumbradas ficciones, y tentariais todos los medios antes que responder. Sóc. Astuto sois por cierto, Trasimaco. Muy bien conocisteis, que si preguntais á alguno quantas son doce, añadiendo á prevencion, no me digais, amigo, que doce son dos veces seis, ni tres veces quatro, ni seis veces dos, ni quatro veces tres, porque no me contentaré con ninguna de semejantes vulgaridades; bien conocido era, decia yo, que nadie podria responder á una qüestion propuesta de este modo. Pero si él os dixese á su vez: buen Thrasimaco, cómo entendeis la prohibicion que me habeis hecho de no daros por respuesta ninguna de las que acabais de decir? quereis por ventura, hombre insigne,