Verdad es que suele decirse, el médico, el calculador, el gramático se ha engañado; pero creo que ninguno se engaña en quanto él es, lo que de él se dice. Y hablando con exactitud (puesto que tomais con tanto rigor las palabras) ningun artesano se engaña; porque no se engaña sino en quanto su arte le abandona, y en esto no es artesano. Por tanto ningun artesano, ó sábio, ó magistrado se engañaria, en quanto es tal magistrado, sábio, y artesano; aunque todo el mundo dixese el médico erró, el magistrado se ha engañado. En el mismo sentido pues debeis tomar lo que yo os he respondido. Lo qual tomado con rigor se reduce, á que el que gobierna, considerado como tal, no puede engañarse, y no engañandose manda siempre lo que es mas provechoso para él, y esto es lo que debe, hacer aquel que le está sujeto. Así es verdad, como dixe desde luego, que la justicia consiste en hacer lo que es ventajoso al mas fuerte. Sóc. Sea así en buen hora, Thrasimaco; pero os parece que soy yo un calumniador? Thrasim. Sí, vos lo sois. Sóc. Pensais que he procurado poneros lazos por medio de preguntas capciosas? Thrasim. Y muy bien que lo he conocido; pero no adelantareis nada en ello, porque no se me ocultan vuestras malas intenciones, y aun quando se me escapasen, podriais vos concluirme en la disputa? Sóc. Yo me guardaré bien de intentarlo, buen hombre. Mas para que en lo sucesivo no nos suceda cosa semejante, quiero que me
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