una locura establecer leyes sobre el particular, que por estár escritas no serian mejor observadas; agregandose el no haber descendido hasta ahora ningun legislador á estos por menores. Adim. Es muy cierto. Soc. Parece, mi amado Adimanto, que todas estas prácticas son una conseqüencia natural de la educación: en efecto, lo semejante no atrae siempre á sí á su semejante? Adim. Sin duda. Soc. Por consiguiente creo que diremos, que nuestra conducta en órden á esto, viene á terminar en ser ó extremadamente buena, ó extremadamente mala, segun la naturaleza de nuestras costumbres. Adim. Así debe ser. Soc. Esta es la causa por qué jamás querria yo establecer leyes sobre esta especie de cosas. Adim. Vos teneis razon.
Soc. Mas, por los dioses os ruego que me digais, nosotros emprenderemos disponer algo, tocante á los contratos de compra y venta, á los pactos en las manufacturas, á los insultos, á las violencias, á los procesos, á las jurisdicciones de los jueces, á la subida ó imposicion de tributos por la entrada y salida de las mercaderías, ahora sea por tierra, ahora por mas; en una palabra por todo lo que concierne al mercado, á la ciudad, ó al puerto? Adim. No hay necesidad de prescribir nada acerca de esto á los hombres de bien. Ellos encontrarán por sí mismos sin trabajo todos los reglamentos que será del caso que se establezcan. Soc. Sí, mi amado amigo, si Dios les concede el dón de conservar en toda su pu-