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Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/26

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XX

al igual que se vuelvan al vicio las afrentas y castigos que merece, de los quales no se puede libertar.

Concluyese el diálogo con una relacion de lo que sucede á los buenos y á los malos en la otra vida, que pone Sócrates en boca de un armenio llamado Hér, y le supone resucitado á los doce dias de su muerte, á tiempo que su cuerpo tendido sobre la pyra iba á ser consumido por las llamas. Platón bebió sin duda estas ideas en las tradiciones de los egipcios, que las recibieron del pueblo de Dios y de los antiguos Patriarcas; pero andando el tiempo se alteraron y corrompiéron por los idólatras estas tradiciones con la mezcla de tantos errores, que nadie debe admirarse que unas mismas verdades se expliquen por pinturas tan diversas y fabulosas.

Á esto se reduce el asunto principal de esta obra, enriquecido por el autor con varios é interesantes episodios; pero con tanta oportunidad, que ninguno con razon los pueda censurar de inútiles digresiones. El primero que empieza al fin del segundo coloquio, y acaba casi á la entrada