Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/292

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claridad, lo que de pronto no haciamos sino mirar como un sueño, que algún dios nos había dirigido en el plan de nuestra república, y guiado sobre las huellas de la justicia. Glauc. Esto es cierto. Soc. Por tanto, mi amado Glaucon, quando exigiamos nosotros que el que nacia para zapatero, carpintero y así de los demas, desempeñase bien su oficio, sin meterse en otra cosa; diseñábamos, sin saberlo, la imagen de la justicia, la qual ha contribuido para hacernos descubrir la justicia misma. Glauc. Así parece. Soc. La justicia, en efecto, se asemeja perfectamente, a esta imágen, con tal que ella no se limite á las acciones exteriores del hombre; si no que arregle su interior, no permitiendo que ninguna de las partes de su alma haga otra cosa que lo que le corresponde, y prohibiendoles entremeterse en sus derechos respectivos. Ella quiere que el hombre despues de haber bien dispuesto todas las cosas de adentro, de haberse hecho dueño y amigo de sí mismo, de haber establecido el órden y la correspondencia entre estas tres partes, puesta entre ellas una perfecta consonancia, como entre los tres tonos extremos de la armonía la octava, la baxa y la quinta, y si hay aún algunos otros tonos intermedios, de haberlas unido y liado unas con otras, de suerte que de este conjunto resulte un todo bien dispuesto y bien concertado; ella quiere, digo yo, que entonces el hombre empieze a obrar de este modo, ora