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Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/332

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se le honró como dios en Orcomena, donde tenia su oráculo muy celebrado.

(4) Para otros fines. Todo este aparato formidable de los infiernos fué inventado por los antiguos poetas, que fueron al mismo tiempo legisladores, para contener al pueblo en la obediencia, sobre el qual no hubiera obrado con tanta fuerza qualquier otro motivo. Véanse las disertaciones sobre la union de la religion, de la moral y de la política sacadas de una obra de M. Warburton, tom. I disertacion 3. 4. 5., donde está perfectamente bien descubierto el plan de la política de los antiguos. Por lo demas, en nada interesa al fondo del asunto, lo que la imaginacion de los poetas añadió de suyo. La política se ha servido astutamente de esta creencia comun; pero ella no es la primer causa. Esta creencia, esparcida entre todas las naciones viene necesariamente de arriba. Grou.

(5) El sábio. Este principio fundamental de la filosofia estóica es verdadero hasta cierto punto; pero tomado con rigor, como hacian los estóicos, es falso, enemigo de la sociedad, propio para inspirar orgullo, contrario á la razon, á la experiencia y á las máximas de la verdadera religion, sobre la qual debe dirigirse toda moral filosófica. Grou.

(6) Mentir. Aunque en la nota 40 del segundo coloquio se dixo algo sobre la naturaleza de la mentira, convendrá dilatar aquí un poco mas su explicacion para que mejor se entienda. La mentira formal consiste en hablar de modo que las palabras signifiquen otra cosa diferente de lo que pensamos. Como pues las palabras sean signos de nuestros pensamientos, y por una especie de convencion entre los hombres se hayan establecido ciertas y determinadas palabras para ciertos y determinados pensamientos; fácil es de inferir que en toda especie de mentira, ora sea jocosa, ora oficiosa, ora perniciosa, hay una especie de violacion del pacto dicho ó convenio, en virtud del qual tiene derecho qualquiera de exigir la verdad del que le debe responder, y de quexarse si no le habla como piensa. Porque la sociedad