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LXVII

justicia de los Príncipes. Mezclaba con estos discursos multitud de verdades y sentencias que habia aprendido de Platón, diciéndole que solo este filósofo era capáz de comunicarle todas las virtudes con que debia estár adornada una alma real. Por este medio consiguió Dion inspirarle al jóven Dionisio un deseo tan vehemente de ver á Platón y ponerse en sus manos, que envió correos á Aténas con cartas muy expresivas, acompañadas de otras de Dion y de los filósofos pitagóricos de la Gran-Grecia, que le suplicaban con instancia que no perdiese aquella ocasión de hacer á un Rey filósofo, y que se diese prisa ántes que la relaxacion de la corte extinguiese en Dionisio el amor á la filosofia, que ardia en su corazón.

Platón que conocia perfectamente quán poco hay que fiar de los fervores de la juventud, que por lo comun pasan muy en breve, no podria resolverse á hacer este viage; pero al cabo considerando que con curar un solo hombre haria felíz á todo un pueblo, se resolvió á partir, no por vanidad, ni por adquirir riquezas, como le acusaron sus enemigos;