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LXXXVII

desconfianza, dando órden que dexase la habitacion de los jardines, y se alojase en el cuerpo de guardia; con el fin, dicen, de que los solddos irritados contra él, porque habia aconsejado suprimirles ó disminuir su prest, le sacrificasen á su sentimiento. Avisarónle algunos amigos del riesgo en que estaba, y Platón se lo hizo saber á Archytas que estaba en Taranto. Este amigo despachó una galera al instante con cartas para Dionisio, recordándole que habia ofrecido á Platón entera seguridad, y así que ni podia detenerle, ni permitir que se le hiciese ningun insulto sin faltar á su palabra, de la qual quiso que él y los demás honrados de su corte saliesen garantes. Estas razones tuvieron bastante fuerza para levantar una chispa de pudor en el alma del tirano, que permitió al cabo á Platón que se volviese á Grecia. En esto vino á parar su tercer viage, sobre que le calumniaron tanto sus enemigos con decir, que solo habia vuelto á Sicilia por disfrutar las abundantes y delicadas mesas de Dionisio, y por sumergirse en todas las disoluciones que reynaban en su corte.