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Para, en su seno, arrullado,
Dormir, exento de afan:
Beber el hálito suave
Que exhala inocente boca,
Cuando el halago provoca
Con sus palabras de amor:
Mirar el rostro sereno
Contino de la hermosura
Que á ser del hombre ventura,
Predestinada nació:
El porvenir es, sin duda,
Que aguarda, niña hechicera,
A quien la diestra sincera
De virgen esposa dés.
Mas ¡ay! si á lazos profanos
Sujetas el débil cuello,
Verás, cual vano destello,
Nacer la dicha y morir
Que amarga pena se abriga
Por siempre, niña, en el pecho,
Si cae una vez deshecho
Muro que alzára el pudor.
Huye del hombre engañoso
Las seductoras miradas,
Que van en ellas mezcladas
Venturas y perdición.