¿Eres la virgen del amor primero,
La casta virgen, que en el lábio puso
Trémulo beso, y a mi fé robára
Lívida muerte?
¿Eres el ángel que en mi guarda vela,
Y ansiosa vienes a calmar la mente
Secando el lloro que arrancó a mis ojos
Mundo engañoso?
Querub, acaso, del celeste coro,
De allí te apartas para dar consuelo
Al que en estrecha y solitaria carcel
Mísero gime.
Tal vez al hombre que del suelo patrio
Lejos arroja su infeliz destino
Traes en tu lumbre de perdidos bienes
Grato recuerdo.
En tí la imagen de la amante esposa.
En tí la faz del adormido hijuelo,
O el rostro amigo de la anciana madre
Plácido mira.
Al nauta guias, que los mares hiende,
Al indio rudo, que el desierto corre,
Y al verte augura bonancible dia
Yerto el mendigo.
Mas ¡ay! velada por opacas nubes
Tu luz perece, macilenta estrella,
Página:Poesías (A. Berro).djvu/134
Apariencia
Esta página ha sido validada
— 126 —