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Goza, pues rauda llega
La adolescencia impura
Trocando en amargura
Los días de placer.
Madre amorosa entonces,
Con lacrimoso ruego,
Apagarás el fuego
En que se sienta arder.
Y, con halago blando,
Volver harás al alma
La apetecida calma
Que por su mal perdió.
Y de tu lábio ansioso,
Por la razon movido,
Escuchará su oido
Materna reprension.
Dile, dile que á la mente
No dió el Cielo vanamente
Esa llama divinal.
Que ella rija sus acciones
Y combata las pasiones
Del espiritu del mal.
Que, cual rio cristalino
Que siguiendo su camino
Dá en el lago encantador.