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Y á su maldito destino
Que á tal desgracia la trajo.
De allí llevarla procura
Con tiernos ruegos Carvallo:
Pero ella airada resiste
Sus seductores halagos.
En fin, volviendo los ojos
Al desleal castellano,
« Seguirte quiero, le dice,
« Si con tus ájiles brazos
« Abres la fosa que encierre
« Este cadáver helado,
« Para que pasto no sea
« De los voraces caranchos. »
Lleno de imprévido gozo
Suelta la espada el villano,
Y empieza á abrir el sepulcro
Del que mató descuidado:
En él le arroja, y le cubre
Despues con tierra y guijarros,
Y adonde está Liropeya
Vuelve contento sus pasos.
Ella del suelo lijera
El fuerte acero ha tomado,
Y al español inclemente
Fiera mirada lanzando,