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Te coloca con su mano
Sobre el tierno corazón!
O te enlaza en el cabello
Que en cien rizos, perfumado,
Por el cuello nacarado
Se derrama con primor.
Yo miré entre los ensueños
De mi inquieta fantasia
Que una vírgen te ponia
En sus lábios de coral:
Y con ojos de amor llenos,
Y palabras de dulzura
Me adormia en su halda pura
Para nunca despertar
Mayo de 1841.