Fragante —que palpitando
Cuando reinaba en tu vida,
Era un ámbar escondida
Dentro el caliz de una flor.
Asi, poeta, al decretar tu muerte
La poderosa mano que derrumba
Como á la débil flor la fuerte encina,
Arrojó chispas de su luz divina
Ay! en el hueco de tu yerta tumba.
Y al colocarte en su callado seno
Para cubrir con mármoles tu fosa,
Miraste todo en derredor luciente
Y que una llama de tu virjen frente
Calentaba las letras de tu loza.
Descansa en ella—La mansion del bueno
Es la tumba no mas. El Dios bondoso
Ya recojió tu espíritu en sus manos,
Y el blando corazon de tus hermanos
Es el albergue de tu nombre hermoso.
El tembloroso suelo en que viviste
Si brota pechos como yerto acero,
Otros también sensibles fecundiza....
A orillas del Vesubio, entre ceniza,
Crece la vid y el verde naranjero.
Octubre 2 de 1841.