8 POESÍAS
por vez primera el alba nacarada, y hostia del amor tierno moriste en los decretos del Eterno.
- Ay ! ¡quién podrá mirarte,
ó paz, ó gloria del culpado mundo! ¿Qué pecho empedernido no se parte al golpe acerbo del dolor profundo, viendo que en la delicia del gran Jehová descarga su justicia?
- ¿Quién abrió los raudales
de esas sangrientas llagas, amor mio? ¿quién cubrió tus mejillas celestiales de horror y palidez? ¿cuál brazo impío á tu frente divina ciñó corona de punzante espina?
- Cesád, cesád, crueles:
al santo perdonád, muera el malvado: si sois de un justo Dios ministros fieles, caiga la dura pena en el culpado: si la impiedad os guia y en la sangre os cebáis, vertéd la mia.
- Mas, ay! que eres tú solo
la víctima de paz, que el hombre espera. Si del oriente al escondido polo un mar de sangre criminal corriera, ante Dios irritado no espiacion, fuera pena del pecado.
- Que no, cuando del cielo