por las noches consteladas
de los besos milagrosos
que deshacen en las bocas el rubí de los deseos...
Predilecta medianoche
vagamente ensoñativa,
que ha exhumado un bello libro
de lectura sugestiva,
de encubiertas entrelíneas de extravíos irreäles...
¡Oh, curiosa, febriciente
cabecita conturbada,
que en los tibios abandonos
delatados en la almohada
se fecunda de las sabias poluciones cerebrales!
¡Oh, cuán negros los hastíos
de las púberes sensuales:
¡Oh, cuán largas las esperas
de los pálidos nupciales,
en los ratos aburridos de cloróticas visiones...
cuando creen que las abejas
evocadas vendrán, fieles,
a traerles, compasivas,
con sus vinos y sus mieles,
as cantáridas nocturnas de las fuertes obsesiones...
Voz fatal que en los gentiles
Evangelios de Afrodita,
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Misas Herejes.