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Evaristo Carriego.

— Que, la modestia a un lado, no se la pega
ninguno de esos vivos... seguramente.
La casa será pobre, nadie lo niega:
todo lo que se quiera, pero decente. —

Y, continuando, entonces, del mismo modo
prohibe formalmente los apretones:
compromisos,, historias y, sobre todo,
conversar sin testigos en los rincones.

La polka de la silla » dará motivo
a serios incidentes, nada improbables:
nunca falta un rechazo despreciativo
que acarrea disgustos irremediables.

Ahora, casualmente, se ha levantado
indignada la prima del guitarrero,
por el « doble sentido » mal arreglado,
del piropo guarango del compañero.

La discusión acaba con las violentas
porfías del padrino que se resiste
a las observaciones de las parientas
que le impiden que haga papel tan triste...

El vigilante amigo, que en la parada
cumpliendo la consigna diaria se aburre,
dice que de regreso de una llamada
vino a echar su vistazo, por si algo ocurre...