Esta página ha sido corregida
182
Evaristo Carriego.
Y, al dejar al padre menos afligido,
a las susurradas frases de la breve
triste despedida, sigue el convenido
casi misterioso: — «Mañana a las nueve».
Y, al dejar al padre menos afligido,
a las susurradas frases de la breve
triste despedida, sigue el convenido
casi misterioso: — «Mañana a las nueve».