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Evaristo Carriego.
MIENTRAS EL BARRIO DUERME
... ¿Tú, tampoco me has oído?
Bueno, que no se repita
otra vez ese silbido.
¡Eh, muchachos, no hagáis ruido:
se fué a dormir abuelita!
Recordando vuestros sustos
continuamente se queja.
Vamos, muchachos, sed justos
y no la deis más disgustos;
cada día está más vieja...
Ahora se ha vuelto odiosa...
Cuando se da a porfiar
¡se pone de fastidiosa!
Ya lo veis: por cualquier cosa
no cesa de rezongar!