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Página:Poesías de Evaristo Carriego.djvu/276

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Evaristo Carriego.

Y, por cualquier cosa no deja
en paz a nadie: se levanta,
y ya oímos alguna queja
de la señorita. ¡La santa!

La culpa la tiene abuelita.
¡Es natural! la mima tanto!
Cuidado con retarla... ¡Hijita!
no sé quien puede con tu llanto.

¡Está de mal acostumbrada!
En cuanto la miran se enoja.
¿Negarle algo a ella? ¡no es nada!
¡Claro, hace lo que se le antoja!

La pavota... Se muerde un dedo
de rabia, ¡Cómo patalea!
¡Y pone una cara!... ¡ Da miedo!
¡Ay, Jesús, qué cara tan fea!

Fea, sí, fea como un susto.
¿Hasta cuando con esos gritos?
— ...¡Si lo decíamos de gusto!
Bueno, basta de pucheritos...

¡Qué zorza! ¡Si será inocente!
¡Derrama cada lagrimón!...
¡Llorar de ese modo! ¡Valiente!
¡Y todo por el corazón!...